miércoles, 18 de agosto de 2010

"Teatro por una voz audible" (El teatro cabaret).


Por: Cecilia Farías Calderon.


El teatro cabaret es un género que grita, y en México está comenzando a hacerlo de manera particularmente sonora. La maleabilidad de este teatro, que surgió ante la necesidad de expresar posturas sobre los aconteceres sociales y políticos de todos los días, tras la desaparición de las carpas donde anteriormente se presentaban espectáculos para el pueblo, permite que sea "de las artes escénicas, la de respuesta más inmediata" (¹) según afirman las exponentes de cabaret de mayor fuerza en el país, Las Reinas Chulas. Sus espectáculos se prestan para ser presentados en todo tipo de lugares, se extienden sobre todo por cafés, teatro-bares y escuelas; sin embargo necesitan obtener mayor difusión apoyándose en su carácter de denuncia social.

Cecilia Sotres, fundadora de Las Reinas Chulas junto con Ana Francis Mor, Nora Huerta y Marisol Gasé, presenta "La pantera rosa mexicano: Fragmentos de un discurso chistoso" siempre consciente del contexto social. Esta obra se presentó en la ciudad de Monterrey dentro del Festival Teatro a una sola Voz 2010 a finales de julio.

El texto y la idea de la obra surge de una investigación titulada "Me duele cuando me río: el humor visto por una cabaretera" (²), hecha por ella para la revista cibernética de arte disidente Karpa 2.2 de la California State University. En ella, hace una reflexión humorística sobre aspectos que preocupan al mexicano contemporáneo, como la marcada tendencia a gastar aun cuando no se tiene dinero disponible, la corrupción que se critica y se aprovecha y la inclusión de las familias "alternativas" en la sociedad. A partir de ahí, adopta al personaje de la Pantera Rosa para fungir como el extranjero que visita México y lo analiza e, irónicamente, también como el mexicano que avergonzado de serlo, se comporta con malinchismo.

La puesta en escena está apoyada por los arreglos musicales interpretados en vivo por un saxofonista y un percusionista. Sotres, además, utiliza una pantalla que sirve a modo de los carteles que se usaban en los corrales para presentar las escenas, pues sólo proyectan el título de cada cuadro escénico, titulados: “Despertar rosa mexicano”, en el que se habla del sentimiento de desgano generalizado que afecta a los mexicanos cada mañana cuando recuerdan que tienen que ser productivos como lo son los países más exigentes; “Recitar rosa mexicano”, un compilado de chistes sobre la condición política y social de México; “Reírse rosa mexicano”, una especie de guía para los días en que todo sale mal y no se tienen ganas de reír; “Consu-mismo pan rosa mexicano”, una crítica a la obsesiva manía de comprar toda clase de objetos aunque no se necesiten; “Sexo rosado mexicano”, un revoltijo sobre las filias, sexualidades infinitas (romper los esquemas binarios de los géneros sexuales) y matrimonios atípicos, y “Adopción rosa mexicano”, sobre cómo educar a los hijos en una familia alternativa.

A través de estos cuadros, Sotres interactúa con el público en preguntas que, en el caso de ciudades tan conservadoras como Monterrey, se vuelven retóricas pues la vergüenza, desinformación y tabúes se reflejan en el rostro agachado de muchos. No obstante, el empezar a hablar y cuestionarse sobre temas que no se habían dicho en México más que en murmullos, es una labor en la que Las Reinas Chulas tienen gran mérito. Ellas crearon el Festival Internacional de Cabaret, único en el mundo, dedicado a exponer y cuestionar la vida social del país con siete emisiones a cuestas.

Feministas declaradas, apoyan además el activismo queer y en sus obras presentan a minorías como indígenas y LGBT que ya no pueden ni deben callarse.

La obra es un acierto en inspirar la reflexión sobre las interacciones sociales y culturales de la época actual mediante la risa. Funciona también como un termómetro para medir la hermeticidad de una sociedad que no está acostumbrada a ser cuestionada sobre cosas que rompen los patrones antiquísimos bajo los que se esconde un panorama más amplio, más rosa quizá. Ante la pregunta “¿Cree que las personas del mismo sexo tienen derecho a adoptar a un hijo?” está la risa de un señor, pero es una risa nerviosa en la que sin embargo se hace audible un “No”, y llega el “¿Por qué?” de Cecilia y no hay respuesta, no sabe por qué “no” pero se ríe. He ahí la muestra risible pero también desoladora de las ideas de muchos que se dicen “en contra de” tal o cual cosa y no pueden, ante el cuestionamiento, argumentar su postura.

Ante la ignorancia una risa, y después de ella, una reflexión, tal vez un cambio de visión.

(¹):La Jornada, sección Espectáculos, jueves 26 de mayo de 2005.

(²):http://www.calstatela.edu/misc/karpa/Karpa2.2/Site%20Folder/cecisotres.html

No hay comentarios:

Publicar un comentario