martes, 15 de febrero de 2011

Esperanza en los Grammy´s.


El domingo pasado se llevaron a cabo los premios Grammy. Los ganadores y las actuaciones ya las conocemos. Sin embargo hay algo que llama mi atención.

Arcade Fire ganó el premio a disco del año. Rapidamente aparecieron los comentarios en twitter y otras redes sociales tanto a favor como en contra de este hecho. Pero en lo personal lo importante para mi no es el hecho de que los “Arcade” ganaran o no, si lo merecían o no, después de todo la verdad es que son mundialmente conocidos, sus discos están en todas las publicaciones, en las tiendas de casi todo el mundo. A pesar de su estatus de indie, lo cual es cuestionable, gozan de una exposición mainstream. Lo importante para mí sucedió en la terna de “Mejor Nuevo Artista”, donde ante la sorpresa de muchos de nosotros, la ganadora fue la jazzista Esperanza Spalding por encima de Justin Bieber y de Dracke.

Según MTV, es la primera vez que un jazzista gana en la terna de mejor artista nuevo, y lo relevante de esto es que a partir de ese domingo una gran parte del mundo escuchó el nombre de Esperanza Spalding, supo quien era, y probablemente eso detone la curiosidad de muchos a escuchar su obra. Entonces Esperanza estará más al alcance del público, no solamente de aquellos que nos interesa el jazz, sino del público en general.

Creo esto es lo positivo de un premio que cada vez es más cuestionado su prestigio. Entonces: ¿Esperanza Spalding necesita el Grammy?, ¿El Grammy necesita de Esperanza? Ó ¿Ninguno de los dos se necesitan?.

La emisión de ayer no fue normal. El disco del año lo ganó un artista independiente y el mejor artista nuevo fue una jazzista. Realidad o truco mercadotécnico de los premios?

Aquí el EPK del mas reciente disco de Splading y con este hago una invitación a sumergirse en el groove de Esperanza.


jueves, 3 de febrero de 2011

Lo Bueno De Ser Un Ignorante En La Ciudad (Toccata Y Fuga en el Metro)


El día de ayer en la noche me dirigía hacia el Teatro del Centro de las Artes para asistir a la presentación del disco de Roger Nuncio, baterista regiomontano quien acaba de editar su disco “A map of a dream”. El hecho es que en el trayecto ocurrió una situación que me hizo, no solamente recodar, sino confirmar y palpar el poder de la música y el porqué de mi pasión por ella.

De un tiempo para acá mi medio de transporte es el público, y he de decirles que disfruto mucho de viajar en metro, sobre todo por la línea 1 o elevada, pues desde niño he tenido un gusto por ver la imagen que forman los techos y azoteas de una ciudad vistos desde un punto más elevado, y si es de noche mejor.

Ayer así ocurrió. Viajaba por las alturas en metro, entre un Monterrey que ya se encontraba frío y oscuro, y como es costumbre, me acompañaba mi reproductor de música. Entonces imaginemos la escena: Alrededor de las 7:30 PM, con una temperatura gélida alrededor de los 0 grados, la ciudad iluminada completamente, las largas filas de lámparas en las avenidas avanzando lentamente, el tumulto de gente en silencio en el vagón del metro, las miradas hacia ninguna parte, y yo frente a la ventanilla observando en movimiento está ciudad que sonreía para la foto mental.

Todo eso ocurría, cuando en mi reproductor apareció, gracias al random, Toccata y Fuga en D menor de J.S. Bach. Entonces la experiencia cobro vida. Todo tenía un lugar en la escena y por un momento literalmente me perdí, me pareció encontrarme en otro lugar, aunque segundos después, me di cuenta que no era esa la sensación, sino que más bien se trataba del hecho de que gracias a la música me había despojado, aunque fuera por un momento, de toda mi cotidianeidad, de todas las ideas preconcebidas, de la presión diaria de pertenecer, y por un momento regresó la inocencia del que descubre, la sensibilidad de quien abre la ventana y deja entrar el aire.

El órgano sonaba majestuoso y yo perdía la mirada en el sur de la ciudad. La fuga de las notas se convertía en un arte de fuga personal. La solemnidad del inicio de la toccata fungió como un detonante conforme aparecían los sonidos que daban color a las imágenes gastadas, no por el sol, sino por la contemplación diaria y distraída de la realidad. El impresionismo de ver lo que se está escuchando y escuchar lo que se está viendo. La manipulación del tiempo y el espacio a través de la canción indicada, en el momento indicado como un mero regalo del destino.

Bajé del metro como quien acaba de descender de un juego. Con esa misma sensación de haber vencido algún miedo. Gracias a eso pude disfrutar con toda libertad el concierto de Roger Nuncio y gracias a la música, es que cada vez disfruto más el placer de ser un ignorante mientras camino por la ciudad.