lunes, 27 de diciembre de 2010

La arrogancia de Dogville y Lars Von Trier


La noche de ayer pude ver por primera vez “Dogville”, la película escrita y dirigida por Lars Von Trier y protagonizada por Nicole Kidman.

De entrada me sorprendió el hecho de que toda la trama se desarrolle en un solo foro, que no subestime la imaginación del espectador y que se deshaga de efectos, música y escenarios comunes para dar lugar a la historia y los actores de esta.

En lo personal no me queda duda que se trata de una película sobre la arrogancia: la arrogancia de una chica huyendo, la arrogancia de un pseudo líder que piensa haber sido “el elegido” para mostrar el camino de la moral, la arrogancia de un pueblo mezquino, la arrogancia de un padre y su poder, e incluso la arrogancia de el director que parece no necesitar nada para hacer una película mas que una buena historia y buenos actores.

Pero sin embargo, esta nunca es ni será, una película arrogante, sino todo un ejercicio imaginativo y un reto para buscar la salida de un laberinto de violencia psicológica, esa en la que los autores se ven envueltos y constantemente cruzan la frontera entre ser la víctima y el asesino.

Con el final planteado por Lars Von Trier, pareciera que nos quiere dar a entender el hecho de que la arrogancia, la mezquindad y la manipulación solo conducen a finales trágicos, y que dichos males hay que cortarlos de raíz para que no tengan oportunidad de repetirse. Sin embargo, cuando uno pudiera pensar que “muerto el perro se acabó la rabia”, resulta que no, que el perro ha quedado vivo y ladrando.

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