jueves, 3 de febrero de 2011

Lo Bueno De Ser Un Ignorante En La Ciudad (Toccata Y Fuga en el Metro)


El día de ayer en la noche me dirigía hacia el Teatro del Centro de las Artes para asistir a la presentación del disco de Roger Nuncio, baterista regiomontano quien acaba de editar su disco “A map of a dream”. El hecho es que en el trayecto ocurrió una situación que me hizo, no solamente recodar, sino confirmar y palpar el poder de la música y el porqué de mi pasión por ella.

De un tiempo para acá mi medio de transporte es el público, y he de decirles que disfruto mucho de viajar en metro, sobre todo por la línea 1 o elevada, pues desde niño he tenido un gusto por ver la imagen que forman los techos y azoteas de una ciudad vistos desde un punto más elevado, y si es de noche mejor.

Ayer así ocurrió. Viajaba por las alturas en metro, entre un Monterrey que ya se encontraba frío y oscuro, y como es costumbre, me acompañaba mi reproductor de música. Entonces imaginemos la escena: Alrededor de las 7:30 PM, con una temperatura gélida alrededor de los 0 grados, la ciudad iluminada completamente, las largas filas de lámparas en las avenidas avanzando lentamente, el tumulto de gente en silencio en el vagón del metro, las miradas hacia ninguna parte, y yo frente a la ventanilla observando en movimiento está ciudad que sonreía para la foto mental.

Todo eso ocurría, cuando en mi reproductor apareció, gracias al random, Toccata y Fuga en D menor de J.S. Bach. Entonces la experiencia cobro vida. Todo tenía un lugar en la escena y por un momento literalmente me perdí, me pareció encontrarme en otro lugar, aunque segundos después, me di cuenta que no era esa la sensación, sino que más bien se trataba del hecho de que gracias a la música me había despojado, aunque fuera por un momento, de toda mi cotidianeidad, de todas las ideas preconcebidas, de la presión diaria de pertenecer, y por un momento regresó la inocencia del que descubre, la sensibilidad de quien abre la ventana y deja entrar el aire.

El órgano sonaba majestuoso y yo perdía la mirada en el sur de la ciudad. La fuga de las notas se convertía en un arte de fuga personal. La solemnidad del inicio de la toccata fungió como un detonante conforme aparecían los sonidos que daban color a las imágenes gastadas, no por el sol, sino por la contemplación diaria y distraída de la realidad. El impresionismo de ver lo que se está escuchando y escuchar lo que se está viendo. La manipulación del tiempo y el espacio a través de la canción indicada, en el momento indicado como un mero regalo del destino.

Bajé del metro como quien acaba de descender de un juego. Con esa misma sensación de haber vencido algún miedo. Gracias a eso pude disfrutar con toda libertad el concierto de Roger Nuncio y gracias a la música, es que cada vez disfruto más el placer de ser un ignorante mientras camino por la ciudad.


4 comentarios:

  1. me encanto, a mi me pasa de repente asi cuando camino por la calle con mi musica puesta, es maravilloso, sobre todo por las mañanas cuando amanece y despunta el sol..

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  2. osea que bueno que no pase por ti... y bueno ami igual existe esa sincronia de sucesos indeterminados, pero creo que es gracias a una capacidad de reflexionar o percatarte de lo sucedido, no soy excelso ni mucho menos un erudito pero si considero como paz mental el poder tener tiempo para pensar y forzar ese estado de sensibilidad a momentos "normales"... felicidades por los que pueden hacerlo y es un recordatorio para los que se han perdido de maravillosas noches estrelladas en las azoteas de una ciudad "normal" como monterrey

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  3. Imaginate que te pase pero bien grifo jajajaja

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  4. Exacto Oscat Torres, pienso lo mismo, es una capacidad de reflexionar y percatarte. Berenice me ha tocado amaneceres en carretera escuchando música y es algo incomparable.
    Elosegui: ya me lo imaginé jajaja.

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